(Publicado en el Diario El Correo, edición impresa, el dia martes 6 de marzo de 2012)
Ahora se habla menos del
calentamiento del planeta debido al enfriamiento económico. La
crisis económica es nuestro problema más acuciante, aunque la
crisis medioambiental siga siendo el más grave. El lenguaje
cotidiano se ha llenado de palabras que hace poco desconocíamos, y
si el lector se toma la molestia de entrar en Mercado de espejismos, el blog de Felipe Benítez Reyes, verá que el domingo 26 de febrero este autor daba una
serie de ideas para disfraces de carnaval, entre otros, el disfraz de
Prima de Riesgo o el de Déficit Cero (este último nos asegura un
resfriado de órdago).
El déficit cero nos tiene más preocupados
que ese otro cero que debería representar las emisiones de dióxido
de carbono y similares. Hay que tener en cuenta que quienes mandan en
la Unión Europea predican el déficit cero, mientras que los grandes
productores de petróleo se han dedicado durante años a convencer a
la gente de que el calentamiento global no existe. En Washington, por
cada congresista hay cinco personas haciendo lobby a favor de los
combustibles fósiles. Nos lo cuenta James Hansen, el científico que
en 1981 alertó del cambio climático en la prestigiosa revista
Science. Hansen dice que a las industrias responsables de las
emisiones hay que penalizarlas con un impuesto que aumente un poco
cada año. Así, el propio mercado hará que deje de ser rentable
producir carbón o petróleo, mientras que la economía podrá irse
adaptando al cambio. Como buen americano, Hansen no cree en las
subvenciones sino en el funcionamiento del mercado. Y aquí estamos
otra vez hablando de economía.
La ciencia económica, como depende
mucho de los datos que se tienen y de los que se tengan en cuenta, y
depende de las ciencias exactas, que casi nadie domina, pero a la vez
es de una inexactitud asombrosa, sirve básicamente para que todo el
mundo eche su cuarto a espadas y arrime el ascua a su sardina. Por no
hablar de las afirmaciones que parecen nacer de la ciencia y tienen
otro origen. En EE.UU los republicanos les dicen a sus votantes que
Europa está como está por gastar demasiado dinero en programas
sociales, pero lo cierto es que los países europeos que más
problemas tienen no son precisamente los que más han gastado en
mantener un estado del bienestar fuerte. Nos lo dice Paul Krugman,
que es economista y premio Nóbel de economía. Nos dice que Europa,
al introducir el euro sin crear las instituciones necesarias para que
funcione, ha reeditado los defectos del patrón oro, que fue una de
las causas de la gran crisis de principios del siglo anterior.
Para
Angela Merkel todo se arregla con austeridad fiscal. Sin embargo, los
países que están fuera del euro, como Gran Bretaña, pueden
permitirse deudas más elevadas. ¿Por qué? Salir del euro no es una
buena opción, nos dicen, pero los griegos empiezan a preguntarse de
qué demonios les está salvando Europa y Mariano Rajoy no parece
dispuesto a reeditar la experiencia griega. Lo cual le agradecemos,
por lo que nos pudiera tocar (y esperamos que no nos toque) en esta nueva rifa de mermas y apuros.