martes, 10 de julio de 2012

Bankia

Bankia es un nombre que parece salido de la oficina de nombres de Fernando Beltrán. Digo que parece, no que lo sea. Fernando Beltrán, el poeta que ha creado las marcas lingüísticas con que son conocidas tantas empresas españolas del siglo XXI, es el hombre que encuentra los nombres necesarios. Tiene Fernando Beltrán una relación especial con la lengua, una relación imaginativa, creativa, inteligente y emocional. Sabe ver el funcionamiento de la lengua, sabe oirlo y perseguirlo, sabe participar de la vida de las palabras, y por eso los políticos, los directivos, los accionistas acuden a él para que les diga cómo ha de llamarse ese complejo artefacto administrativo, financiero, comercial, científico o industrial que tratan de poner en pie. A veces ha salvado un proyecto dándole nombre. Fernando Beltrán ve los nombres de las cosas cuando las cosas aún no lo tienen. Bankia parece una palabra de las que se han escapado de su fábrica de palabras, pero tal vez no lo sea. No he encontrado en ningún sitio, ni en el sitio web de Fernando Beltrán, el testimonio, la prueba. En todo caso, quien hizo el nombre seguía la estela de Fernando Beltrán, aunque no fuese él mismo, que también sigue su propia estela de nombres: Amena, Faunia, Opencor o Musa a las nueve, por ejemplo. También Aliada, La Casa Encendida, Emergia o Asombra forman parte del rastro de Fernando Beltrán. Creo que Bankia no, no viene de ahí, pero sigue siendo un buen nombre, y, sin embargo, la realidad lo está cubriendo de ironía y amargura. Es ya como el nombre de un país dentro de un país, el topónimo para una tierra de desastres y perplejidades. Tiene sustancia pero se refiere a una realidad sin aplomo, y cuando lo oímos, escuchamos el ruido de la ilusión que no puede fingir, de los trajes que se derrumban en escena sobre su propia sombra y entonces vemos que la sombra está hecha de palabras negras  y de números que se desangran y que son sombras. Bankia es un nombre rotundo para la mentira de su solidez y para las contradicciones que forman su viga maestra, y España es un país donde, actualmente, un 25% de la población corre el riesgo de ser pobre. Hace cinco años, Cáritas atendía a 400.000 personas en este país llamado España; hoy atiende a millón y medio. La distancia entre ricos y pobres crece cada día y en medio de la desilusión y la desconfianza, en mitad de todo lo que flaquea y teme, está la isla ficticia de Bankia, están los pies de barro de Bankia, y el crédito que no remonta, y los pisos que no se venden y la operación de rescate y las responsabilidades que no se piden y el precio de la deuda pública y los comedores de Cáritas y el corazón de ladrillo podrido de Bankia. No, creo que este no es uno de los nombres de Fernando Beltrán, porque los nombres de Beltrán suelen tener suerte y bajo el suelo de Bankia y las fortunas de sus directivos hay un profundo subsuelo desafortunado.

Publicado en el diario el Correo el martes 29 de mayo de 2012

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