Vivimos un tiempo crucial. Ojalá no lo fuera. ¿Quién
no preferiría vivir en un periodo tranquilo y próspero en el que
pareciera que el mundo hubiese adquirido una forma amable y
definitiva? Claro que incluso ahora el mundo es asi en ciertas áreas
residenciales y nunca lo ha sido en otras. Nuestro tiempo es una
cruz, un tiempo decisivo, una encrucijada. Los observadores marcianos
de los relatos de H.G. Wells lo encontrarían emocionante; a nosotros
nos parece angustioso. Hasta los mineros asturianos han vuelto de las
profundidades (de las minas y de la historia) prometiendo convertir
su desesperación en una revuelta.
Ayer fue un día crucial. En un primer momento, las
ayudas europeas al Estado español para ayudar a la banca española
redujeron la angustia de las bolsas, que, como hemos podido comprobar
desde que prestamos alguna atención a estos asuntos, son bastante
histéricas. “El rescate a España levanta el ánimo de los
mercados”, decía el Financial Times por la mañana. Por la tarde
ya decía otra cosa. El Gobierno español nos vendía el rescate como
un triunfo, pero si no era como para celebrarlo por la mañana,
cualquier alegría se terminó por la tarde. Todo se mueve, y rápido.
Estábamos en el debate de si habíamos sido rescatados o ayudados,
rescatados o un poco intervenidos, y ahora nos preguntamos si el
rescate sirve para algo, si algo va a servir para nada. Ha sido un
intento de ganar tiempo para la economía española y para la zona
euro, pero tiempo es lo que falta, aunque sea tiempo de decisiones,
tiempo para acertar con el camino o para errarlo. Por desgracia, las
diferencias y los maletendidos entre los países europeos no ayudan
Quizás porque se ha estado construyendo el mercado común y no se ha
construido la cultura común que permita que los países se conozcan,
se entiendan y hablen un mismo idioma, aunque no sea el alemán
Así pues ¿hemos ganado tiempo o lo
hemos perdido? Y si tuviéramos más ¿acertaríamos el camino?
Faltan cinco días para las elecciones griegas, donde la gente podrá
votar a los partidos que propugan seguir en Europa y a los que no, a
los que quieren seguir con las medidas de austeridad o a la Coalición
de Izquierda Radical y su líder Alexis Tsipra. No sabemos cuánto
falta, aunque sabemos que no mucho, para las elecciones en Euskadi,
donde la gente podrá votar a los partidos que apuestan por los
recortes y a los que no, a los que quieren seguir en Europa y en
España y a los otros. El panorama político vasco ha cambiado y
Euskal Herria Bildu ofrece la posibilidad de rechazar casi todo e ir
por el camino de la soberanía y la “soberanía alimentaria”.
Ahora ya no se trata sólo de elegir al mejor gestor. ¿Qué
dirección tomará Euskadi? ¿Hacia dónde va Europa? Se nos ofrecen
diferentes caminos, pero son caminos sin vuelta. Es la encrucijada.
Es cuestión de tiempo.