martes, 10 de julio de 2012

Viernes 13

Publicado en el diario El Correo el 8 de mayo de 2012

Los viernes ya son de Rajoy, son los viernes de Rajoy, de las bromas en twitter, del miedo, la decepción o la ira. El viernes le ha robado protagonismo al lunes como día aborrecible. Del lunes se ha hablado siempre mucho para decir lo malo que es. Maldito lunes. Sobre el viernes, conveníamos en que está lleno de cansancio y de alivio. Es un día de promesas que no van a cumplirse, o no del todo. Promesas concretas que dan lugar a hechos y frustraciones puntuales; promesas vagas de una vaga libertad y una renovación imposible. Es la antesala del sábado y poco más, el viernes. Un derrumbadero hacia el fin de semana. La semana es un ciclo cultural y está troquelada con arquetipos que unifican nuestra percepción de ella, pero no las semanas mismas. Mi semana y la semana de Rajoy son muy distintas. La del estudiante y la del ama de casa, la del pequeño empresario y la del director de un gran banco son muy diferentes. Los escalones del viernes son más o son menos escalones, suben o bajan, llevan a mundos dispares. Los eslabones de la semana cambian con cada semana y con cada sujeto. Pero los viernes de Rajoy han entrado en la mente de todos como el emblema del tiempo que vivimos, en la acepción de la política doméstica y bajo el acento circunflejo de la pérdida. Ya nos van a quitar hasta los viernes que se cultivan en la juventud para conservar luego a lo largo de la vida su pequeño rito de pasaje hacia la nada. A cambio nos entregan los viernes de Rajoy, que son viernes de una prolongada cuaresma laica, viernes de la sorpresa amarga y de los recortes. Desde que Rajoy dijo aquello de “Cada viernes, reformas; y el que viene, también” (lo dijo un sábado) nos acercamos a este día con suspicacia y resentimiento. Por si fuera poco, Bruselas anuncia que anunciará en viernes si le parecen bien y bastante las medidas de austeridad españolas. Ya todos los viernes son viernes 13. ¿Qué podemos esperar, salvo que suba el IVA y encojan los servicios públicos? Para el próximo viernes, el terreno de juego es el crucial, resbaladizo territorio de la banca y los misterios financieros. Teníamos esta economía de jugar con el dinero, de apostar en el casino del mundo, de comprar barato y vender caro, de precios incomprensibles. "Cuando el sistema financiero rozó la realidad, constató que estaba en el aire" decía ayer el historiador Daniel Reboredo en este periódico. El batacazo fue sonoro, pero no fue una explosión desintegradora gracias a que el dinero público acudió al rescate. El próximo viernes se volverá a salvar a la banca. Esta vez don Mariano Rajoy y su Gobierno van a "sanear" la banca española, que tiene los cimientos podridos de ladrillo podrido. Ni Mariano Rajoy puede estar seguro de que la banca sea "saneable". Lo que sí sabe --lo sabemos todos-- es que, después de esto, tendremos que ajustarnos aún más el cinturón.



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