jueves, 25 de octubre de 2012

Las SICAV y la espuma

Publicado en el Diario El Correo con el título El torbellino

En 2009 empezó la gran recesión. Probablemente empezó antes y, claro, los fundamentos se fueron poniendo antes todavía, con fiebre y sin pausa. Pero esa es la fecha oficial, un nombre para el comienzo de estos días turbulentos. La realidad está cubierta de una espuma cruel. Debajo el mar se acelera y se agita. Justo debajo de la espuma. 
En 2009 empezó la gran recesión, y algunos líderes, unos cuantos representantes de los poderes públicos (bastantes de ellos) empezaron a decir en esas altas cumbres que se convocan un día y se deshacen otro (como la espuma) que el Estado debía recuperar un papel fuerte como mediador entre los diferentes intereses de la sociedad; que era necesario alcanzar acuerdos transnacionales o crear organismos transnacionales con poder para limitar aquellos intereses particulares que por su tamaño pueden amenazar el equilibrio del conjunto. Se habló mucho de que los poderes públicos iban a tomar la iniciativa, a diseñar unas reglas del juego para esta realidad que se escapa de las reglas del juego, y se afirmó que iba a velar por que se cumplieran. Se habló de muchas cosas y se mencionaron medidas que no se han llevado a cabo. En la pugna de intereses que ha seguido, el poder financiero, ese poder en la sombra que, en realidad, tiene nombres y apellidos que no gustan de salir a la luz, ha seguido ganando las batallas y las elecciones, las decisiones y las apuestas.  
El resultado es esta realidad que se agita y se deshace, este enorme y turbio remolino. La espuma ácida y violenta del mundo. Los Estados no parecen tener demasiada capacidad para renovarse y regenerarse, reinventarse y fortalecerse, y la prédica de los recortes sofoca la injusticia que clama y la desigualdad que aumenta. Durante la última cacerolada contra el pago de la deuda, una economista de 60 años que iba en la cabeza de la manifestación de Madrid dijo "El Gobierno nos ha hecho una auténtica operación de trileros, por la que la deuda de los bancos se ha convertido en deuda tuya y mía sin comerlo ni beberlo" He leído en el Diario El Correo que los millonarios españoles han visto aumentar sus fortunas durante la crisis, según los datos de las llamadas sociedades de inversión, las  'sicav', que gestionan sus patrimonios. Estas han crecido en algunos casos hasta un 50 %. Lo cual es una señal del desequilibrio fantástico al que tiende un mundo de cifras desmesuradas. La noticia decía algo más: en conjunto, las SICAV (Sociedades de Inversión de Capital Variable) han visto reducido el patrimonio que gestionan en más de un 8%; sólo las cinco mayores lo han visto aumentar. Estamos asistiendo pues a un proceso de concentración de la riqueza que no puede encontrar parangón ni en los grandes imperios antiguos, porque la capacidad de producción de su mundo y el nuestro no es comparable. Y estamos asistiendo a un crecimiento de las masas de pobres que, en un mundo con una población humana como nunca se ha visto, habrá de tener consecuencias imprevisibles y, según parece, imprevistas.

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