Es un
barrio en la linde de dos mundos.
Carreteras
y calles van al centro
próximo y familiar; también acuden
a otros barrios de sombra y de ceniza
donde ladran los perros, donde juegan los niños
debajo del fragor de la autopista.
próximo y familiar; también acuden
a otros barrios de sombra y de ceniza
donde ladran los perros, donde juegan los niños
debajo del fragor de la autopista.
En el barrio se mezclan los cercanos
países y sus castas. Es pequeña
la ciudad, el pequeño
cosmos de convenciones y costumbres,
la eterna hipocresía, la esperanza gastada,
los agravios que mueven pequeñas multitudes
despacio hacia el rencor o la derrota,
corriente subterránea de la vida
que mina los pilares bajo la dura luz.
Todo
está cerca, pues, de la frontera
Los bancos y los templos y las casas
y las casas
de aquella pretenciosa burguesía
que imitaba palacios.
Agencias, negociados, oficinas,
fortalezas, pasillos
y túneles y salas
y plazas y avenidas.
Los bancos y los templos y las casas
y las casas
de aquella pretenciosa burguesía
que imitaba palacios.
Agencias, negociados, oficinas,
fortalezas, pasillos
y túneles y salas
y plazas y avenidas.
Al
otro lado, las murallas grises
en donde la ciudad proliferaba
una vez abolidas las chabolas.
Descampados, laderas.
en donde la ciudad proliferaba
una vez abolidas las chabolas.
Descampados, laderas.
Aún
debajo
de la cuesta está el monte. El cielo busca
la acequia de la niebla. Defendido
de sí mismo en sus luces resistentes,
en salas de costura, en las cocinas,
en las habitaciones penumbrosas,
el país interior, la pobre vida,
hereda el cauce de una violenta
expansión.
de la cuesta está el monte. El cielo busca
la acequia de la niebla. Defendido
de sí mismo en sus luces resistentes,
en salas de costura, en las cocinas,
en las habitaciones penumbrosas,
el país interior, la pobre vida,
hereda el cauce de una violenta
expansión.
Denso espacio
amontonado por el tiempo ido:
contiene tanta vida que es alegre
en su misma tristeza, y es bien fuerte
en su moderación y en su penuria.
Inquieto toca el límite y, a veces,
lo traspone y derriba las barreras.
amontonado por el tiempo ido:
contiene tanta vida que es alegre
en su misma tristeza, y es bien fuerte
en su moderación y en su penuria.
Inquieto toca el límite y, a veces,
lo traspone y derriba las barreras.
Pues ha pasado el tiempo.
Y va pasando aún con sus figuras.
Y va pasando aún con sus figuras.
mueve
ficha y a veces recompone
el mezquino escenario:
las aceras estrechas,
los humildes locales, los talleres,
las imprentas y la papelería
repleta de escolares y fantasmas.
el mezquino escenario:
las aceras estrechas,
los humildes locales, los talleres,
las imprentas y la papelería
repleta de escolares y fantasmas.
Todo parece eterno en su presencia
como el sueño de un ángel enfermizo,
pero todo se irá.
En mi
barrio también el año arrastra
en su cinta sin fin a las generaciones,
y va dejando huecos
que el viento colma de un extraño
algodón. Es el tiempo.
en su cinta sin fin a las generaciones,
y va dejando huecos
que el viento colma de un extraño
algodón. Es el tiempo.
Y los
supervivientes
varados en la acera cuando el sol lo permite
cuentan la historia de otro barrio
cuyo nombre es ayer.
varados en la acera cuando el sol lo permite
cuentan la historia de otro barrio
cuyo nombre es ayer.
(Del libro: Poemas para la gente, 2007)