Aunque la luz disipe la niebla de memoria
que invade la ciudad en la estación del sueño,
el verano tiene el efecto contrario
con su sol mitológico y sus tardes vacías.
Se marcha mucha gente. La migración comienza
y se lleva a los más afortunados
hacia playas y hoteles y ese tiempo suspenso,
ese tiempo especial en ciudades extrañas
y países ajenos
donde la vida es sólo una revelación
permanente, y un vagar sin rumbo,
y gozar y aprender, es decir, lo que debiera
ser siempre la vida.
Pero a veces no podemos irnos,
hoy como entonces.
Y es entonces cuando el sol retorna
como un viejo verano.
Y aunque la luz disipe la niebla de memoria
que es una niebla oscura, más intensa en la noche,
el verano tiene el efecto contrario
cuando tiende su cuerpo en tu calle vacía.
(2008, creo)
lunes, 19 de agosto de 2013
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