ha subido a los montes, y a las
lomas
cubiertas de cemento, y ha lanzado
su luz por esas calles. Ha sacado,
el día, a la noche de su eje
y a la calle todo lo que dormía:
los pájaros urbanos, los gorriones,
el mirlo y las palomas de los parques,
los conductores de las furgonetas
de reparto, la gente, las gaviotas.
cubiertas de cemento, y ha lanzado
su luz por esas calles. Ha sacado,
el día, a la noche de su eje
y a la calle todo lo que dormía:
los pájaros urbanos, los gorriones,
el mirlo y las palomas de los parques,
los conductores de las furgonetas
de reparto, la gente, las gaviotas.
El día ha levantado su luz fuerte
sobre las calles grises de la vida
y allí donde encontraba, vivo, un árbol
ha puesto en marcha un gran motor de hojas
donde la luz hervía alegremente
y todos los recuerdos del viandante
se subían al árbol como sueños
sacados del gran saco de la noche
y entraban en la luz, entre las hojas,
astillas de su hervor y mundo hirviente,
aire de la ciudad que reverbera y pasa.
(Del libro Poemas para la gente, 2007)