El soneto que se escribe en versos alejandrinos es el soneto modernista por excelencia, una innovación de aquel otro fin de siglo que le dio unas cuantas vueltas a la métrica hispánica por medio de una buena dosis de parnasianismo, simbolismo y todas esas cosas. Yo siempre le he tenido mucha afición a este tipo de soneto. Si el soneto clásico en endecasílabos nos ofrece sus columnas verticales adornadas sólo por la luz, este otro tiene una música más larga y sus columnas se nos presentan caídas en medio de la maleza de un jardín en el que siempre crecen, por todas partes o en un rincón con cierto disimulo, las flores de la adormidera.
Las estaciones
Las estaciones
Bien
pegado a los muros el jardín se despierta
y oye pasar el tiempo o el viento que lo toca.
Mano azul de los sueños, desesperada boca,
el cielo está cantando como una voz alerta.
El cielo está cantando como una voz despierta,
en el jardín pequeño, breve cuadro de vida.
Y si pasa el invierno, va cerrando la herida
por donde entraba el cielo como una voz despierta.
Por donde entraba el cielo como una voz herida,
entra la luz y enciende, breve cuadro de vida,
la esperanza enturbiada del torpe jardinero.
y oye pasar el tiempo o el viento que lo toca.
Mano azul de los sueños, desesperada boca,
el cielo está cantando como una voz alerta.
El cielo está cantando como una voz despierta,
en el jardín pequeño, breve cuadro de vida.
Y si pasa el invierno, va cerrando la herida
por donde entraba el cielo como una voz despierta.
Por donde entraba el cielo como una voz herida,
entra la luz y enciende, breve cuadro de vida,
la esperanza enturbiada del torpe jardinero.
Entra
el cielo y restaña lo que gastó en enero,
marzo y abril devuelven lo que arrasó febrero.
Giran las estaciones en tierra protegida.
marzo y abril devuelven lo que arrasó febrero.
Giran las estaciones en tierra protegida.